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domingo, 19 de julio de 2009

COPA DE CAMPEONES - 1° Ronda

El día no ayudaba con su pinta. Un día gris que auguraba una suspensión de la actividad deportiva. Suspensión que nunca llegó. Pero eso a esta altura no es para lamentar porque Los PIbes Corvina volvieron a ganar, demostrando porqué salieron campeones, qué es lo que tienen de especial como equipo. Y la respuesta es sencilla: "No nos gusta perder ni a la bolita". Somos competitivos. No queremos perder ni el sorteo antes del partido, ni en las puteadas reboleadas al aire con los contrarios y mucho menos jugando al fútbol.
Nos van a tener que matar para ganarnos, eso vayan sabiéndolo. No es imposible ganarnos, pero el partido dura 80 minutos y aunque nos ganen durante 20 minutitos lo vamos a pelear para empatarlo y después darlo vuelta.

Y arrancó la Copa de Campeones, con el estigma de la primer rueda insuperable que se nos hacía presente. Era una especie de fantasma que nos perseguía, como a Hamlet lo acechaba el fantasma de su padre, a nosotros nos esperaba agazapada "la eliminación en primera rueda de la copa". Y ese fantasma se regodeaba de nosotros cuando a las 10AM el equipo comenzó a jugar con 9 jugadores contra un rival completo y jovencito.
Pero LPC nunca se dió por vencido, con un planteo audaz que no buscaba meterse atras salió a contrarrestar a la juventud y al exceso de números. 3-3-1-1 y a cruzar los dedos. El partido no era fácil pero se intentó desde el comienzo. Un desborde de Barrio que parecía la bruja Berti y un cabezazo de Sancho tras el centro que el arquero rival encontró cual arquero de Handball cuando sale a achicar. Se podía. Era difícil pero se podía.
Los rivales no entendían de donde salían nuestras fuerzas y ganas. Es fácil, Pasarella lo llamó "fibra" en una época. Y menos entendían porqué festejamos la llegada tarde de un pelado que se empezó a cambiar cuando el partido ya lo ganaban ellos 1 a 0. Había llegado Jona, flamante padre que le faltó un gol solamente para festejarlo como Bebeto en el mundial del 94 (Acunando a su hija). 10 jugadores en cancha...¿Armamos línea de 4 atrás? NO, que diría Bielsa si nos viera. 3-4-1-1 y a meter más presión en campo rival.
Y al entretiempo nos fuimos perdiendo pero con la sensación que teníamos nuestras chances. El Dr. Procopio nos recordó que en la pretemporada (y contra Astrid en el torneo) hubo partidos que empezamos perdiendo pero que dimos vuelta, que no bajáramos los brazos.
Y así fue nomás, con un gol del defensor Procopio se empató el partido a los 10 minutos del segundo tiempo. Gol que llegó luego de un corner y doble centro del "sex-toy" Joaquín Palacios que empezaba a ajustar la mira y a calentar el pie derecho.
Y el hombre del partido, el que es disputado por la mujer de Rocky y la de Ivan Drago, convirtió con pelota parada en dos oportunidades. Dos pelotas paradas ejecutadas para que parezcan centro pero al mismo tiempo sean un tiro al arco si nadie la tocaba. Y así fue, fue tiro al arco porque nadie las tocó, nadie. Tiro libre al ángulo el primero y pelota resbaladiza el segundo para gritarlo con el alma y desde la "fibra" íntima.
Se escuchó que un jugador de LPC le dice a Santiago Dandre "Sancho, preguntale al árbitro cuanto falta". 10 minutos faltaban. 10 minutos en los que había que jugar con la desesperación de los rivales.
Y así se hizo. Se generaron espacios que se aprovecharon, aunque el juez de línea haya colaborado en anular un gol de contra golpe (Corrida de Colantonio y pase a la red de Dandre), los ánimos no se derrumbaban.
Los rivales tuvieron tiempo para descontar pero no para empatar. Aunque si íbamos a los penales el papelito en la media que tenía guardado Ferreyra nos daría el triunfo.
3 a 2 y a cobrar. Felicitaciones a los leones (Apodo de moda ahora con Estudiantes campeón de la Libertadores) que dejaron a los rivales con inferioridad numérica en todo momento.
Para destacar: La entrega en la defensa, marcando mano a mano todo el partido. Felicitaciones Marino - Procopio y Ferreyra F. (Hermano del culeao que ataja)
Para mejorar: El juego colectivo. Cuando uno levantaba la cabeza ellos siempre parecían ser uno más (Cuac).

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