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miércoles, 13 de julio de 2011

El fin de la Era de Hielo.

El 14 de septiembre del 2004, un técnico argentino declaraba estar sin energías para afrontar con responsabilidad el cargo que tenía en sus manos. Y con esa sentencia renunciaba a su cargo.

Esas energías son muy necesarias para poder ejercer el rol de técnico. Porque en este rol, uno tiene la responsabilidad de tomar decisiones por un grupo, y evaluar siempre el bienestar de todos o de la gran mayoría. Este ejercicio constante, desgasta y es bastante complejo.

Y las adversidades cotidianas del equipo también deben ser superadas de manera constructiva. Por que al enfrentar las adversidades se está mandando un mensaje al grupo que se dirige. En esos momentos hay que ser positivo, para contagiar seguridad; hay que ser creativo para educar y obligar así a mejorar el desempeño individual de cada uno. Por que el conformismo es uno de los principales enemigos de los equipos ganadores. Siempre hay que mejorar porque los que quieren hacerte caer mejoran para superarte.

Esas mismas energías son las que hace rato me faltan. Ya no tengo la misma disposición de ánimo para seguir adelante en el rol de DT. Muchos me han oído a fines del 2010 reclamar un recambio, pero la falta de un sucesor voluntario me llenó de responsabilidades para seguir. Y para ganar fuerzas, volví a las raíces del equipo, participé en las 24 horas de la Corvina Negra y conocí a muchos ex jugadores que me alentaron para seguir adelante.

Pero no fue suficiente.

Me quedé sin energías, sin voluntad para desarrollar el rol que gratamente me han confiado en el 2008.

En estos 3 años como alineador de Los Pibes Corvina jugamos 6 torneos de Cantilo y 2 Copas, hemos salido campeones y también hemos tenido sin sabores. Me han seguido en cambios de táctica, en posiciones nuevas para muchos de ustedes y lo que es mejor aún…me han seguido en una filosofía de juego.

Ante los malos momentos el equipo sacó siempre la cara y supo afrontar y doblegar las adversidades. El equipo siempre respondió. Respondió basándose en la entrega y el despliegue, en las ganas de protagonizar y de no sucumbir, se multiplicó en las derrotas y festejó en las victorias.

Cada uno de los jugadores que dirigí se ha entregado solidariamente por el compañero, ha corrido para ayudar, ha compartido la pelota con alguien mejor posicionado, ha salido sin chistar cuando mi indicación lo pedía, ha cubierto posiciones diferentes cuando la estrategia lo demandaba, ha ofrecido consejo constructivo para mejorar…en resumen, cada uno de ustedes ha hecho mi tarea más sencilla.

Yo no hubiera podido solo con esto.

Tengo miles de anécdotas de estos tres años…algunas ya son mitos del equipo, como la purpurina, los besos revoleados a los rivales, la vuelta a un metegol, los insultos de la pescadilla…y muchas otras que quedarán en la intimidad.

Esta vez no quiero imitar a Bielsa, porque sino esta reflexión se extendería demasiado. Simplemente les quiero agradecer. Gracias a todos por confiar en mis locuras deportivas. Hemos logrado lindas cosas, y ahora sólo nos queda la difícil y grata tarea de superarnos a nosotros mismos.

Pero no se confundan, estoy contento. Contento de volver a ser un jugador, un simple jugador que ahora puede pensar en mejorar su desempeño, dedicar la concentración al partido y a su propia tarea. Ahora veré en la cancha a compañeros de equipo que aceptarán, junto conmigo, las decisiones de alguien (Probablemente Jon) que intentará, como siempre lo he intentado yo, mantener a este equipo en los primeros planos.


Saludos, Lucas.

El jugador Nº 17.